Hoy ha sido un día de despedidas.
Y en una de ellas, entre chocar y chocar de las «birus» que iban cayendo me he dado cuenta de que esto ya lo he vivido antes. No es la primera, ni sera la ultima vez que lo viva, pero si me he dado cuenta de algo importante.
Varias personas me han preguntado hoy que me pasaba. Y a todas las dije lo mismo, nada. Pero no. La realidad es otra y me he dado cuenta ahora. Lo que me pasaba era la sensación extraña de haber vivido este día antes, que me comía por dentro sin saber por que. Y esa sensación respondía a las preguntas que han ido apareciendo según pasaban los minutos. Esas preguntas que solo te haces cuando ya es tarde y no tienen respuesta. Preguntas inútiles que a pesar de hacértelas una y otra vez, siempre te respondes a ti mismo con la misma respuesta vaga.
Y es que en el interior se que es lo que yo he elegido. Y debo asimilar las consecuencias, pese lo que pese. Llevo toda la vida sin asentarme en un sitio. Primero fue Barañain, luego Donosti, después Zurich. Luego Pamplona y ahora Tokio. Esta vida a saltos que he elegido, y seguro que seguiré llevando un tiempo tiene sus lados buenos, pero también sus lados malos. Pero yo la elegí, no ella a mi, así que a lo echo pecho y punto.
Pero ahora es cuando me doy cuenta que que cada salto es como un pequeño libro con sus propios personajes y escenarios. Para poder escribir cada pequeño libro tienes que olvidar todo lo que has dejado atrás para dejar espacio para todo lo venidero, con pequeñas excepciones claro. Es triste considerar a un gran grupo de amigos con los que viví tanto como un simple capitulo. Me encantaría poder llamarlos de otra manera, de poder tenerlos cerca, de compartir una biru cada vez que me apetezca, pero inevitablemente pierdes la pista, y con ello la chispa. Se que a la mayoría los volveré a ver, a algunos a menudo y a otros solo una o dos veces más con un poco de suerte. Y de la misma manera sé que cuando los vea volveré a releer capítulos de su libro y lo reconoceré como un verdadero amigo. Pero sera una ilusión vana, porque al día siguiente volveré a pasar pagina y ese amigo se volverá a perder al fondo de la biblioteca.
Pero volviendo a lo de hoy. Lo que me desanimaba era esa sensación involuntaria de querer disfrutar ese ultimo minuto con esta persona, que en realidad no te deja disfrutarlo por el echo de ser justo eso, el ultimo. El no saber si vas a poder verla de nuevo, o la sensación de que si os hubieseis conocido en otro lugar o momento sería un gran amigo para toda la vida, no un proyecto de amigo como ha acabado siendolo.
Aunque bueno, como ya sabéis no es bueno mezclar alcohol con demasiados pensamientos, así que tras escupir esto como malamente he podido y sin mucha coherencia, volveré a pasar pagina, untar en tinta mi pluma y he intentar remontar el vuelo de nuevo.
Roberto. Tokyo, 31 de mazo de 2010.
PD: Ama, antes de que rayes… estoy bien… Muxus!